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El ataque de Arkansas a propiedad de chinos es temerario y de impulso amiguista

Alegando motivos de seguridad nacional, Arkansas ordenó a la empresa china Syngenta que vendiera los 160 acres de tierras agrícolas que posee en el estado. Las preocupaciones por la seguridad nacional son, como se demostrará, falsas; sin embargo, también puede haber motivaciones más amiguistas para esta orden.

Un artículo mío publicado en julio de 2023 por el Instituto Libertario aborda estas preocupaciones de seguridad nacional. Walter Block también publicó recientemente un artículo en el que examina la cuestión. Resulta que China apenas posee tierras de labranza en los Estados Unidos, componiendo el 0,03 por ciento del total de tierras de labranza de propiedad «privada» en EEUU.

Además, si China utilizara el terreno con fines estratégicos, el gobierno de EEUU no dudaría en confiscárselo. En todo caso, los terrenos chinos en los EEUU indican un compromiso con la paz y no con el conflicto. Puede considerarse como un rehén; si China «se porta mal», cualquier inversión que realice en el terreno se sacrifica y pasa a manos americanas.

Los beneficios en política exterior de permitir la propiedad china son resumidos acertadamente por Walter Block al citar este viejo adagio del libre mercado: «Si las mercancías no cruzan las fronteras, los ejércitos lo harán». No es del todo seguro si la guerra estalla en un esfuerzo por asegurar los recursos o si la guerra simplemente se vuelve menos costosa debido a que el comercio se corta. Sin embargo, lo que está claro es que si se permite la promulgación de esta orden y de políticas similares, se pondrá cada vez más en peligro el objetivo explícito de la política de seguridad nacional, que es mantener la seguridad de los EEUU.

Aparte de los problemas de seguridad nacional, pensar en este asunto en términos de China versus los EEUU no es útil. A pesar de que Syngenta es una filial de una compañía propiedad de los chinos, las entidades a las que compran las tierras no son estatales. Los vendedores de tierras en los EEUU son ciudadanos americanos. Impedir que los ciudadanos americanos vendan tierras, ya sean entidades privadas o públicas, es una intervención que no se produciría en una sociedad libre.

Los ciudadanos y las compañías americanas deben ser libres de vender a quien quieran. Decir que no deberían poder vender a una compañía china porque es propiedad del gobierno sienta un precedente peligroso. ¿Dónde debe trazarse la línea? ¿No deberíamos interactuar o patrocinar también a compañías que reciben pagos del gobierno de EEUU? Sería muy poco práctico, y a veces imposible, determinar qué compañías reciben ventajas del gobierno.

Si los ciudadanos chinos se rigieran por el mismo principio, sería casi imposible. El gobierno chino posee alrededor del 61% (a partir del primer semestre de 2023) de las principales compañías chinas. En ausencia de alternativas privadas, debe estar permitido utilizar los recursos y servicios del gobierno. Del mismo modo, a falta de compañías privadas chinas, debe ser suficiente comerciar con compañías propiedad del gobierno hasta que se privaticen, del mismo modo que en los EEUU está permitido comerciar con compañías favorecidas por el gobierno de EEUU.

Anticipándome a la pregunta: «¿Es compatible con el libre comercio comprar y vender a una entidad gubernamental?». Respondo diciendo que, desde luego, no es libre comercio promover una intervención gubernamental que regule o prohíba totalmente el comercio con entidades gubernamentales.

Dejando a un lado la seguridad nacional y las cuestiones morales, Syngenta se refirió a esta orden como «una acción miope», alegando que los terrenos que poseen en Arkansas se utilizan para investigación, desarrollo y ensayos reglamentarios que benefician directamente a los agricultores de EEUU y son adquiridos por ellos. Esto no es más que un claro ejemplo de cómo los políticos descuidan los perjuicios invisibles de la intervención gubernamental. Los agricultores americanos se verán afectados negativamente como consecuencia de esta orden.

«Se trata de dónde están tus lealtades», dijo la gobernadora de Arkansas, la Republicana Sarah Huckabee Sanders, en una rueda de prensa. Esto es completamente cierto. A la vista de las consecuencias de esta política, está claro que Sanders no es leal a la propiedad privada ni a los agricultores americanos. Sin embargo, ¿a quién son leales ella y el gobierno de Arkansas?

No siempre es mejor suponer que las políticas se eligen simplemente por buenas intenciones o para satisfacer a los votantes. Las intenciones amiguistas suelen ser un factor. Especular sobre quién se beneficia de esta venta (¿cui bono?) requiere encontrar a los beneficiarios de la desinversión de Syngenta en sus tierras de Arkansas.

Bill Gates es uno de los mayores propietarios de tierras agrícolas en Arkansas. También hizo donaciones a comités de acción política Republicanos en 2022, el mismo año en que Sanders, gobernador de Arkansas, se presentó a las elecciones. Tyson Foods es otro prominente negocio agrícola, por lo que sus contribuciones políticas también deberían estar bajo escrutinio. Los Republicanos aparecen a menudo en la lista de sus receptores de contribuciones políticas, algunos de Arkansas.

También hay que tener en cuenta que Weyerhaeuser es el mayor propietario de tierras en Arkansas; sin embargo, es principalmente una compañía maderera, por lo que la medida en que las tierras de cultivo puedan alternarse para su uso en la industria maderera determinará su participación en esta decisión. Sin embargo, no se les debe ignorar debido a su gran presencia en Arkansas. Sus contribuciones políticas están llenas de Republicanos, algunos de los cuales son de Arkansas.

¿Por qué es relevante todo esto? Aunque los dos párrafos anteriores son principalmente especulaciones, los verdaderos beneficiarios de esta orden son los posibles propietarios de tierras agrícolas de Arkansas, y el flujo de dinero a los Republicanos de algunos de estos beneficiarios da credibilidad a este punto. Presionada por un plazo de dos años para desprenderse de sus tierras, Syngenta se ha convertido en un vendedor mucho más dispuesto que antes. Esto sólo beneficiará a la demanda del mercado de tierras agrícolas de Arkansas, que ahora se enfrentará a un precio más bajo por las tierras de Syngenta que el que habría tenido que pagar de otro modo. Gates, que sigue adquiriendo tierras de cultivo, se beneficiaría sin duda.

Esta orden beneficia esencialmente a los políticos que la dictan y la hacen cumplir, así como a los compradores de tierras agrícolas nacionales, a expensas de Syngenta, de los agricultores nacionales que utilizan la investigación de Syngenta y de los empleados de Syngenta que residen en Arkansas.

Desgraciadamente, la política agraria antichina es cada vez más popular. El comentarista conservador Matt Walsh afirma que «todos los estados del país deberían seguir su ejemplo». El senador Demócrata John Fetterman ha expresado su apoyo a esta política en respuesta a la pequeña provocación de China de reclamar sus pandas a los zoológicos de EEUU. A principios de este año, Ron DeSantis tomó medidas para frenar la propiedad china de terrenos en Florida. Sin duda, la orden de Arkansas no será la última que veamos de esta política equivocada y probablemente amiguista. Esta es precisamente la razón por la que las lecciones de este artículo (y mi artículo de julio, así como la pieza de Walter Block) deben ser internalizadas.

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